Síntomas de la ansiedad generalizada
Te das cuenta de que en tu mente de forma diaria están rondando pensamientos que se repiten de forma constante y sin poder tener un control sobre ellos.
Tienes una sensación de incomodidad, nerviosismo interna que a veces incluso cuesta definir con palabras.
Te acompaña una sensación de cansancio diario, aún incluso en aquellos días en los que no tienes nada que hacer. Incluso te supone una sensación de pereza a la hora de hacer cosas.
Tienes la sensación de que mantener el foco en una tarea se convierte en una misión complicada.
Te resulta difícil recordar detalles importantes o incluso actividades cotidianas. Notas que tu capacidad para retener información y prestar atención a las tareas diarias se ha visto afectada.
Te sientes más propenso a irritarte o enfadarte por cosas que normalmente no te afectarían tanto. Lo que puede afectar tus relaciones personales y profesionales.
Experimentas una sensación persistente de tristeza, desesperanza o vacío. A veces, estos sentimientos pueden ser tan intensos que afectan tu capacidad para disfrutar de las actividades que solías encontrar placenteras, e incluso pueden dificultar la realización de tareas diarias.
Encuentras difícil conciliar el sueño o mantenerlo durante toda la noche. Los pensamientos ansiosos pueden mantener tu mente activa. Esto, a su vez, puede contribuir a una mayor sensación de fatiga durante el día.
Notas que sudas excesivamente, incluso en situaciones que no parecen justificarlo, como en ambientes frescos o en momentos de reposo.
Sientes que tu corazón late más rápido o de forma irregular, y a veces puedes experimentar temblores en las manos o en otras partes del cuerpo.
Tienes la sensación de que te falta el aire o te resulta difícil respirar profundamente.
Sientes que tus músculos están continuamente tensos o rígidos. Esta tensión puede ser particularmente evidente en áreas como el cuello, los hombros y la espalda, y puede llevar a dolores y molestias físicas.